lunes, 23 de febrero de 2009

Una burbuja


Para que nadie te haga sufrir,
una burbuja quisiera fabricarte,
rellenarla de sosiego y felicidad
y en el interior poder cobijarte.

Mas desconozco la manera,
tampoco sé con qué materiales;
día a día estudio los proyectos
pero siempre quedan en el aire.

La impotencia embriaga mi mente,
continúo sin poder ayudarte,
mientras las insistentes agujas
no paran de importunarte.

Incomprensible, no lo mereces,
es completamente intolerable
que lluevan espinas del cielo
a quien tiene espíritu de ángel.

Pero no cesaré en mi empeño
y crearé esa burbuja invulnerable,
y lograrás meterte dentro
para que nada ni nadie te dañe.


A quien me cobijó con mimo durante mis primeros 9 meses
y me sigue protegiendo 28 años después.

viernes, 20 de febrero de 2009

Sin lengua y sin dedos

Llevo unos días acordándome de tres personas con el mismo nombre: Eva.

Una de ellas, la autora del blog “Sólo son palabras…”, uno de mis favoritos. Un día entré y leí que buscaba una montaña donde poder gritar… ahora yo busco esa montaña, pero no sólo para poder gritar, sino para quedarme allí para siempre.

La segunda, es posiblemente la única persona que conozco que podría calificar como “mi amiga”… Vivía entre montones de edificios y coches, en una ciudad, y tuvo la admirable valentía de dejarlo todo (menos a su compañero de aventura) e irse a vivir a casi 900 km., al lugar que yo considero el más bonito de España… verde y montañoso (aunque demasiado fresquito para mi gusto).

La tercera persona es la más conocida de las tres y canta esta canción que lleva días en mi cabeza:



Me gusta decir las cosas que pienso pero (por desgracia, en este caso) desde pequeña me enseñaron a tener educación y respeto hacia los demás (aunque no se lo merezcan), a no dejar mal a unas personas delante de otras, a no dañar al prójimo, a que dos no discuten si uno no quiere (y parece que últimamente la que no debería querer soy yo)… Por todo esto, me estoy quedando sin lengua de tanto mordérmela y sin fuerza en mis puños de tanto apretar para que mis dedos no escriban.

Ahora escriben, pero no todo lo que quisieran y sin decir nombres ni porqués; simplemente para que el huracán de ideas vaya saliendo poquito a poco por ellos y alivie un poco mi mente (aunque no lo aniquila). Hay veces que no lo consigo y mis pensamientos empiezan una especie de centrifugado que hace que se choquen unos contra otros como nubes grises y empiezan a llover palabras que salen por mi boca descontroladamente. Y, después de la tempestad, vuelve la calma, la educación y el respeto otra vez.

Quisiera encontrar la montaña de Eva (la de las palabras) en el lugar donde vive Eva (mi amiga) y hacer lo que dice Eva (la del grupo Amaral); no por cobardía, sino porque debo estar como una cabra, y ya se sabe que las cabras tiran al monte (seguramente para estar tranquilas, como yo quiero estar).

martes, 17 de febrero de 2009

Niñato

¿Qué derecho crees, niñato,
que tenías sobre ella
para arrebatarle la vida
de esa cruel manera?

Ojalá pudieran pagarte
con tu misma moneda
pero, por gran desgracia,
la justicia no la contempla.

Sólo espero que Marta,
allá donde esté, pueda
tener suficiente dominio
y amargarte la existencia.

martes, 3 de febrero de 2009

Añorado hermano

Añorado hermano:

¡No sabes cuánto te he echado de menos durante estos años! Me he acordado muchas veces de ti: unas, alegrándome de que no estuvieses para no tener que vivir conmigo mis peores penas, que también serían las tuyas; otras, lamentándome por no poder contarte en persona mis mayores ilusiones. En ambas situaciones, siempre he echado en falta tu abrazo.

En todo este tiempo, he tenido que aprender a soportar las desavenencias entre Mamá y Papá y a sobrellevar sus “pausas” (a veces incluso actuando de “negociadora”). Ahora parece que, más o menos, todo está en calma… pero sigo ojo avizor; la vida me vuelto muy desconfiada.

Ahora los observo un poco de lejos, pues hace un año que JC y yo nos independizamos. Estamos viviendo a unos tres kilómetros de su bungalow, en un piso de una zona tranquila de La Nucía. Que la zona sea pacífica, no quiere decir que los vecinos del edificio también, pero ya sabes que no hay nada perfecto. Al menos tenemos nuestra casita, con los muebles escogidos con ilusión a nuestro gusto. ¡Cómo me gustaría que estuvieras aquí para verlo!

Otra cosa que no te he contado es que, después de varios empleos en malas condiciones y jefes nefastos, he terminado en un trabajo en el que estoy a gusto. Estoy muy contenta por estar en un departamento que me gusta, con un horario bueno y un jefe genial ¡y hasta me han hecho indefinida a los 6 meses! Además trabajo con JC, pero no te preocupes, nos llevamos bien y somos buenos compañeros.

Referente a lo de tener un sobrinito para ti… está un poco complicado. Quizá si la vida fuera un poco diferente… No me gustaría traerlo a un mundo donde, por lo general, los que más “tienen” son los que más “valen”. Donde los adolescentes no respetan a nada ni a nadie, incluso desde que eran niños. Donde hay que andar con pies de plomo y no fiarte de la gente, hasta que te demuestre que puedes hacer lo contrario. Donde, tal como están las cosas, no podría darle todo lo que necesitase para evitar que se sienta diferente o que lo traten de manera diferente. Todo es muy distinto comparándolo con hace unos años… y cada día más.

Por todo esto, hemano, tengo sentimientos encontrados: desear tu presencia y alegrarme por tu ausencia. Pero, en lo más profundo de mi corazón, sólo encuentro esta frase egoísta:

“Mi querido hermano mayor, ¡ojalá hubieses existido!”