jueves, 25 de noviembre de 2010

Lo prometido es deuda... y lo hizo.

Nunca pensé que el nervio óptico estuviera directamente conectado con el lóbulo de la oreja izquierda. Pero lo estoy poniendo en duda desde el día 29 de octubre de 2010, que recibí una agradable y esperada visita que se prolongaría casi una semana.
Así fue su saludo: dos besos y un tirón doble de oreja que me había prometido justo un mes antes. Aquel gesto jocoso aparentemente inofensivo debió activar de algún modo mi mecanismo ocular (que andaba un poco dormido en los laureles) porque, desde aquel momento, empecé a fijarme en aquellas pequeñas-grandes cosas que hasta hacía un tiempo animaban mi día a día.
Lo primero que vieron mis ojos fue una graciosa luna azul “blue moon” traída directamente de un pueblo de la tierra que me vio nacer.
A partir de ahí, todo está yendo rodado… lento pero rodado.
Y es que, como bien dice Alejandro Sanz en una de sus canciones:

Hay un universo de pequeñas cosas que sólo se despiertan cuando tú las nombras. Todo lo que es bello está esperando tu mirada. […] Hay un universo hecho de pequeñas cosas que vuelan sobre tu cabeza si las soplas.[…]

Así que sólo puedo decir:
Gracias, tita “Panchu” por aquel tirón de orejas, por tu compañía aquellos días (y por tu compañía a distancia el resto del año) y por la lunita azul malagueña. Un beso enorme.