viernes, 12 de febrero de 2010

No sé por qué me sorprende...


No sé por qué me sorprende… la vida nunca me ha puesto las cosas en bandeja y esta vez no iba a ser diferente.

En mi infancia y adolescencia, hubo años en los que no sentí tener una familia unida… ha pasado el tiempo y, ahora, sí lo estoy viviendo, quizá lo valore más porque antes no lo tuve.

En mi último año de colegio, vi como mis compañeros (los que siempre suspendían) sacaban un suficiente “pelao” y sus padres como premio por haber aprobado y pasaban al instituto, les compraban una moto… mientras yo, que siempre había sacado buenas notas, seguía a pie o en autobús porque mis padres no podían permitirse ese gasto. Tiempo después, poco antes de empezar en mi primer trabajo, ellos me la compraron y pagaron las letras hasta que yo pude hacerme cargo cuando me llegaron mis primeros “sueldillos”. Quizá por eso la valoré más que si la hubiera tenido antes.

Hubo meses, después de sacarme el carnet de conducir, en los que tuve que compartir coche con mis padres porque no me podía permitir comprarme uno nuevo. Llegó el momento en el que mis padres pudieron darme el empujoncito de salida para que pudiera comprármelo y así lo hice. Quizá por eso lo valore tanto, además de que en todos estos años mi Polo se ha portado muy bien conmigo.

Estuve años enganchando un trabajo con otro, buscando siempre alguno mejor mientras estaba en uno en el que no se me valoraba, en otro donde el encargado me amargaba mis jornadas laborales, en otro donde no sabía qué día iba a cobrar mientras los jefes se gastaban los ingresos, en otro donde mis funciones no me gustaban en absoluto… hasta que he llegado a estar en un empleo donde se me valora, mi jefe directo es el mejor que he tenido, me llevo bien con mis compañeros, cobro bien y puntualmente, y me gusta el trabajo que desempeño. Quizá por eso ahora esté tan a gusto y ya no piense en buscar otro mejor.

Me pasé años soñando con mi "casita de princesa": bonita, acogedora, tranquila… Cuando llegó el momento en el que me lo podía permitir económicamente, conseguí vivir en un piso donde la gran mayoría de los vecinos son escandalosos, incivilizados, insociables, guarros y morosos… así que el edificio es incómodo, está sucio, sin luz y lleno de defectos. He estado preguntándome durante dos años: “¿Por qué? ¿Mejorará esto? ¿Cuándo vamos a poder salir de aquí? ¿Tendremos algún día la posibilidad de permitirnos otra casa mejor?”. Pues hoy he sabido que sí, que esta vez tampoco va a ser diferente. Que tendré una casita independiente con tejado gris como a mi me gusta, con mi habitación abuhardillada como siempre me gustó, con chimenea en el salón como siempre quise tener, sin vecinos que molesten y no paguen, como he anhelado estos dos años, con la limpieza que yo quiera tener…

Esta vida que me ha tocado vivir, me ha enseñado que todo llega, pero siempre con un sacrificio o sufrimiento previo, para poder valorar las cosas cuando las tengo. Y, aun sabiendo que siempre ha sido así, todavía la vida hay veces que me sorprende.